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miércoles, 18 de agosto de 2010

El evangelio del reino.

Luego de una amarga experiencia, me senté a escribir, desde el dolor de saber, que tan arraigada esta el concepto de iglesia como lugar físico y no de cuerpo de Cristo, con la importancia que esto tiene.
Al conversar con alguien que tiene, sus “formas” tan arraigadas, puede llegar a ser muy frustrante, el conocimiento de la verdad, no está reservado solo a algunos es de necesario dominio público, el manejo de datos acerca de Dios, es lo más común y se halla en mayor o menos cantidad de los creyentes; el más pequeño de los conocedores del reino de Dios, puede lograr estremecer los cielos y mover al salvador a su favor.
Hechos, como el de la oración, como concepto, es limitante para el conocimiento pleno de Dios, lo él quiere para nosotros es una Relación diaria continua y honesta (Gen. 5:24) no, 3 o 4 veces de oración al día, dichos como estos podrían causar escozor en algunos creyentes y está bien, el punto en todo esto, es que debemos despojarnos del viejo hombre, que está viciado conforme a los deseos engañosos (Ef. 4:22).
La ignorancia que en algunos hay, no es el problema, la dificultad radica en el corazón duro de algunos (Ef. 4:18) donde se afanan y aferran al método y no a Dios, los ejemplos que aparecen en las escrituras, son eso, “ejemplos” y no solo así actúa el creador, entonces por qué, encuadramos a Dios en solo estos ejemplos? Cristo mismo dijo… “buscad el reino de Dios y su justicia…”
Entonces por qué hacemos otras cosas? No se trata de llevar el evangelio a mi manera, se trata de vivir a Cristo.
Grandes verdades leídas no son bien interpretadas, por ejemplo: la siembra y la cosecha, la bendición, el juzgar a los demás etc… El pago que busca Dios es solo Buscarlo, de continuo y obviamente no como nuestros conocidos, los fariseos, los cuales cuelan el mosquito y se comen el camello, si, no, soportándonos los unos a los otros, según la visión de cuerpo, el cuerpo de Cristo, este concepto trasciende nuestra visión de “iglesia”.
Podemos hacer la diferencia entre los que tienen hambre y solo los que tiene apetito.
“dale a un hombre hambriento un pez, y será saciado ese día, enséñale a pescar… y no tendrá hambre jamás”





E.J. Aravena
נְבִיא

sábado, 14 de agosto de 2010

Propósito, algo que nos marea

¿Cual es mi propósito en esta vida?
Esta vida, la nuestra, es un micro propósito dentro de un macro propósito, ser micro no significa ser menos importante, quien podría decir que una célula no importa, por ejemplo o un componente genético. El macro propósito es ser cabeza, como lo dice el primer mandamiento “fructificad y multiplicaos; llenad la tierra y sojuzgadla, señoread en los peces del mar, en las aves de los cielos, en todas las bestias que se mueven sobre la tierra…” (Gen. 1:28)
Señoread --> ser cabeza--> gobierno, no solo en lo espiritual, ni siquiera en lo eclesiástico, como mal se cree, si, no a niveles de ciudad, nación, mundial.
El problema siempre a estado en nuestra cabeza (cerebro), la serpiente que narra génesis, en la creación y el huerto lo entendió mejor que nosotros y dio el primer golpe (Gen. 3:15), dejándonos descabezados y haciéndonos creer que aquel mandamiento de juzgar y señorear, se limito a Adán, no extrapolándose a nuestros días. Dejémonos de pensar en tonterías y concentrémonos en el el mandamiento dado por Dios y ratificado por Cristo en la cruz y la posterior venida del espíritu santo, para provocar cambios reales y necesarios, en esta llamada Iglesia del señor, marchita ya por despreocupación, pero con la posibilidad de ser la novia ataviada, que espera a su señor.
Ahora, mi propósito personal va ligado a mi felicidad… como es esto posible?
Todos los que nacemos de nuevo junto a Cristo, también obtenemos un propósito que cumplir, a veces revelado de inmediato, otras revelado luego de un tiempo y otras simplemente rechazados por nosotros, por miedo o porque tenemos la mala idea de que Dios se equivoco con nosotros, sin siquiera intentar.
Descubrir el propósito cuando es poco claro no es tan difícil, para eso Dios mismo dio dones a los hombres para el servicio de la gente, buscar para qué es lo que tengo talento o en que me siento más cómodo, es una buena forma de empezar realizar plenamente este propósito divino, nos hará al final, felices.






E.J Aravena
נְבִיא

Como morir y no morir en el intento

Primero que todo, el morir es un acto necesario para el creyente
Ser el templo – altar – sacrificio –ofrenda, no es solo algo simbólico, si no algo real y tangible, preparado por Dios para el ser humano.
No importa la forma (el trato personal) pero si la secuencia, habita, te entregas, mueres y renaces, como le dijo claramente Jesús a Nicodemo.
El proceso de morir no es difícil, aunque cueste creerlo, el ingrediente principal es que se hace muy intenso de vivirlo, no es un modelo universal, a veces Dios te visita en la intimidad de tu casa, te golpea con una palabra, te pone a alguien en el camino que te hace clic, etc. es donde podemos ver claramente la multiforme con que se maneja el espíritu del creador, enumeré tres, pero podrían ser tantas como la cantidad de personas distintas existen, en eso Dios es único, que nos conoce tal cual somos y nos guía como lo necesitemos.
El problema que presenta el morir no es el hecho mismo, es el estar dispuesto a hacerlo, nosotros como humanos promedios, no nos gusta mucho la idea de salir de la vida tal cual la llevamos, salvo excepciones extremas, cuando uno comienza a compartirle el evangelio del reino (el evangelio que trajo Cristo) entonces surge la interrogante… para que cambiar? El punto central de esto no es, precisamente el de cómo me siento en una determinada forma de vida, si no, el del saber y del querer.
Morir, Rendirse al creador, adorando en forma real, honesta, diaria, recordando que frente a Dios no somos más que unos desnudos, cual Adán en el huerto.
El pago de vivir en gloria, es día a día.
“Buscad el reino de Dios y su justicia y lo demás será añadido”





E.J Aravena
נְבִיא