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sábado, 14 de agosto de 2010

Propósito, algo que nos marea

¿Cual es mi propósito en esta vida?
Esta vida, la nuestra, es un micro propósito dentro de un macro propósito, ser micro no significa ser menos importante, quien podría decir que una célula no importa, por ejemplo o un componente genético. El macro propósito es ser cabeza, como lo dice el primer mandamiento “fructificad y multiplicaos; llenad la tierra y sojuzgadla, señoread en los peces del mar, en las aves de los cielos, en todas las bestias que se mueven sobre la tierra…” (Gen. 1:28)
Señoread --> ser cabeza--> gobierno, no solo en lo espiritual, ni siquiera en lo eclesiástico, como mal se cree, si, no a niveles de ciudad, nación, mundial.
El problema siempre a estado en nuestra cabeza (cerebro), la serpiente que narra génesis, en la creación y el huerto lo entendió mejor que nosotros y dio el primer golpe (Gen. 3:15), dejándonos descabezados y haciéndonos creer que aquel mandamiento de juzgar y señorear, se limito a Adán, no extrapolándose a nuestros días. Dejémonos de pensar en tonterías y concentrémonos en el el mandamiento dado por Dios y ratificado por Cristo en la cruz y la posterior venida del espíritu santo, para provocar cambios reales y necesarios, en esta llamada Iglesia del señor, marchita ya por despreocupación, pero con la posibilidad de ser la novia ataviada, que espera a su señor.
Ahora, mi propósito personal va ligado a mi felicidad… como es esto posible?
Todos los que nacemos de nuevo junto a Cristo, también obtenemos un propósito que cumplir, a veces revelado de inmediato, otras revelado luego de un tiempo y otras simplemente rechazados por nosotros, por miedo o porque tenemos la mala idea de que Dios se equivoco con nosotros, sin siquiera intentar.
Descubrir el propósito cuando es poco claro no es tan difícil, para eso Dios mismo dio dones a los hombres para el servicio de la gente, buscar para qué es lo que tengo talento o en que me siento más cómodo, es una buena forma de empezar realizar plenamente este propósito divino, nos hará al final, felices.






E.J Aravena
נְבִיא

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