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sábado, 14 de agosto de 2010

Como morir y no morir en el intento

Primero que todo, el morir es un acto necesario para el creyente
Ser el templo – altar – sacrificio –ofrenda, no es solo algo simbólico, si no algo real y tangible, preparado por Dios para el ser humano.
No importa la forma (el trato personal) pero si la secuencia, habita, te entregas, mueres y renaces, como le dijo claramente Jesús a Nicodemo.
El proceso de morir no es difícil, aunque cueste creerlo, el ingrediente principal es que se hace muy intenso de vivirlo, no es un modelo universal, a veces Dios te visita en la intimidad de tu casa, te golpea con una palabra, te pone a alguien en el camino que te hace clic, etc. es donde podemos ver claramente la multiforme con que se maneja el espíritu del creador, enumeré tres, pero podrían ser tantas como la cantidad de personas distintas existen, en eso Dios es único, que nos conoce tal cual somos y nos guía como lo necesitemos.
El problema que presenta el morir no es el hecho mismo, es el estar dispuesto a hacerlo, nosotros como humanos promedios, no nos gusta mucho la idea de salir de la vida tal cual la llevamos, salvo excepciones extremas, cuando uno comienza a compartirle el evangelio del reino (el evangelio que trajo Cristo) entonces surge la interrogante… para que cambiar? El punto central de esto no es, precisamente el de cómo me siento en una determinada forma de vida, si no, el del saber y del querer.
Morir, Rendirse al creador, adorando en forma real, honesta, diaria, recordando que frente a Dios no somos más que unos desnudos, cual Adán en el huerto.
El pago de vivir en gloria, es día a día.
“Buscad el reino de Dios y su justicia y lo demás será añadido”





E.J Aravena
נְבִיא

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