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lunes, 7 de febrero de 2011

Oh Sion... parte dos

Como decíamos anteriormente, en nuestra mente se desarrolla una batalla por el control de nuestra vida, es nuestro Monte de Sión, por un lado el Reino de Dios, por otro lado el Reino de las Tinieblas aliado con el Reino del Hombre. Somos bombardeados constantemente con ideas y pensamientos, a veces como enseñanzas, para formar estructuras de pensamiento en nuestras vidas, esas estructuras de pensamientos regirán nuestra vida. Se hace en política, en gobiernos, en universidades, y, aún en las iglesias denominacionales con sus propias doctrinas y religión. A eso Dios nos insta a usar el escudo de la fe, para apagar los dardos del enemigo, la fe es la convicción de un pensamiento de Dios, o su palabra. Fe es el estar convencidos de que lo que dijo Dios es así como lo dijo. A esto lo llamamos Fortalezas. Estas pueden contener principios correctos e incorrectos.
En nuestra mente se encuentran fortalezas en manos de los jebuseos, y la manera de derribarlas y conquistarlas implica un asalto y una batalla. Esto en mi propia vida, como la de los demás, hay muchos montes de Sión esperando ser conquistadas. Los jebuseos representan la mentalidad humana.
2 Corintios 10:4-5 porque las armas de nuestra milicia no son carnales, sino poderosas en Dios para la destrucción de fortalezas, derribando argumentos y toda altivez que se levanta contra el conocimiento de Dios, y llevando cautivo todo pensamiento a la obediencia a Cristo.
Entonces nuestros pensamientos son verdaderas fortalezas que sólo pueden ser destruidas con armas que no son carnales, sino espirituales.
Un argumento es un razonamiento que se emplea para convencer sobre una proposición. Y pensamiento es un conjunto de ideas que lleva a un razonamiento, por tanto las ideas que llegan a nuestra mente ya sea desde el exterior como de nosotros mismos, de alguna manera se convierten en pilares de principios, ideales, filosofías o actitudes que asimilamos, esto es nuestra mentalidad carnal, humanista, la mente de nuestro Yo.
Desde que el Hombre es Hombre, ha habido una lucha en nuestra mente a nivel de ideas y pensamientos, el caso de Eva, al escuchar la insinuación y el argumento de Satanás, fue seducida por esa idea y la hizo suya trayendo nefastas consecuencias (Génesis 3:4). También el pueblo de Dios fue llevado a una encrucijada entre dos corrientes de pensamientos: 1Reyes 18:21… “¿Hasta cuándo claudicaréis vosotros entre dos pensamientos? Si Jehová es Dios, seguidle; y si Baal, id en pos de él. Y el pueblo no respondió palabra”.Aún Satanás intentó seducir a Jesús en el desierto tratando de colocar pensamientos e ideas en su mente. Nosotros no escapamos de esta lucha, la batalla por nuestra mente está en pleno apogeo.
Entonces vemos que en nuestra mente hay fortalezas, y que estas fortalezas son nuestra manera de pensar, nuestro conocimiento e intelecto, lo que “yo creo”, o sea, nuestra mentalidad, y que, Dios a través del Espíritu Santo quiere modificar para llevarlo a una mentalidad de Reino. En cambio Satanás desea también ejercer señorío en nuestros pensamientos para impedir el propósito de Dios en nuestras vidas, al mundo lo tiene engañado, por tanto su estrategia contra la Iglesia es crear religión, miedo y legalismo. No es sólo que pequemos haciendo cosas malas, sino que también seamos un estorbo para nosotros mismos y para los otros resistiendo la verdad de Dios, convirtiéndonos en una piedra de tropiezo a la Verdad de Dios, así como los Fariseos a Jesús, a Pablo y a los apóstoles provocando una mentalidad en la cual el reino es inoperante.

La VERDAD aquí es el evangelio revelado, que va en contra de la religiosidad. En aquella fortaleza del monte de Sión estaban los Jebuseos que significa: Aplastados, pisoteados, es decir la mentalidad que predominaba era una mentalidad conformista, que no le importaba estar dominado o siendo esclavo de algún enemigo, una mentalidad derrotista, pesimista, humana, carnal. Esta mentalidad es la que Dios está derribando en nosotros, una mente de esclavo, limitada, para llevarnos a una mente de reino o mejor dicho de Rey. Cuando el pueblo de Israel fue enviado por Dios a Egipto, comenzó a prosperar, entonces Faraón actuando astutamente, impuso una mentalidad de esclavo haciendo que pensaran en ladrillos, 400 años haciendo ladrillos atrofió su mentalidad, hablaban de ladrillos, vivían por el ladrillo, gemían para que Dios los liberara y cuando fueron liberados, esa misma mentalidad los dejo vagando por el desierto 40 años. Fueron liberados de la esclavitud de sus cuerpos, pero siguieron siendo esclavos en sus mentes. Así sucede también dentro de la Iglesia.


Hoy es básicamente parecido, (sin hablar de pecados ocultos, ni de actitudes con que luchamos diariamente que también tienen su base en pensamientos, muchas veces luchamos contra el pecado y no vamos a la raíz de esto), que estamos detenidos por nuestra mentalidad y no podemos alcanzar la plenitud de nuestro llamado porque se nos ha inculcado una mentalidad de esclavo, de derrotados, de que otros pueden recibir grandes cosas de Dios pero yo no, que otros sean prosperados pero yo no, que Dios use a otros, porque a mí Dios no me va a usar, porque no somos mejores que otros, siempre estamos carentes de todo, aunque Dios me habló no podré porque no soy apto, estamos para seguir a los otros que sí Dios los escucha y responde, y además son merecedores de eso.. Amigos, nosotros TODOS fuimos constituidos Reyes y Sacerdotes para nuestro Dios, también TODOS somos ministros competentes, Todos, no solo algunos que fueron tocados por la varita mágica de Dios. Lo que nos impide ver y entender nuestro llamado a ser y hacer, y, a la vez el impedir el desarrollo de nuestro máximo potencial es nuestra manera de pensar.

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